El tiempo es una característica común crucial del diagnóstico y tratamiento de accidentes cerebrovasculares. A menos de que las personas muestren condiciones de salud lo suficientemente alarmantes, ellos ahora esperan más tiempo de lo usual para buscar atención médica. Y aún cuando la reciban hoy en día son muy altas las posibilidades de que reciban un diagnóstico erróneo de COVID-19. Por el momento, la implementación de múltiples estrategias para redirigir recursos humanos económicos y logísticos hacia los pacientes infectados con SARS-CoV-2 ha dejado al áreaneurológica dividida. Por un lado está sobresaturada con la atención que se brinda a los que padecen la enfermedad respiratoria que aprobado presentar complicaciones cerebrovasculares, y por otro lado sola frente a la atención cuidadosamente sincronizada que requieren los pacientes que sobreviven a una embolia. Este artículo subraya que los cambios que ha sufrido el manejo de los accidentes cerebrovasculares va a resultar en recuperaciones más retadoras para los pacientes. Para algunos que ya se encuentran en terapias de rehabilitación que están solos en casa o que se encuentran en un asilo, El ya complejo contexto quizás pueda tornarse un poco más cómodo para las familias con suficientes recursos para dar un seguimiento por telemedicina en contraste, el resto se quedará atrás. Sin mencionar que este tipo de enfoque para pacientes con una discapacidad, no es viable. Mientras seguimos moviéndonos hacia delante en un futuro con distancia social cubrebocas y productos sanitizantes, es una responsabilidad médica, política y social empezar a mirar más allá de la crisis. Debemos enfrentar todo el daño que hayan causado nuestras (por supuesto, bienintencionadas) decisiones a los grupos vulnerables que dependen de su atención médica individual para seguir viviendo sus vidas en las mejores condiciones posibles.