Varga et al. analizaron los datos de las encuestas realizadas en Dinamarca, Francia, los Países Bajos y el Reino Unido para determinar qué efecto tenían las intervenciones de cierre en cada país sobre la salud mental de sus respectivos ciudadanos. Los autores se interesaron especialmente por la soledad, ya que está bien documentado que es un factor de riesgo común para la depresión y la ansiedad. Descubrieron que, aunque la gente estaba preocupada en general por la pandemia, los anuncios e intervenciones del gobierno no aumentaron esta preocupación. En todos los países, el nivel de ansiedad fue mayor durante el mes de marzo, cuando se aplicaron inicialmente las medidas de bloqueo, pero disminuyó gradualmente con el tiempo. La mayoría de los participantes declararon estar preocupados por la posibilidad de que alguien a quien quieren enfermara. Los jóvenes (menores de 30 años), las personas a las que se les ha diagnosticado previamente una enfermedad mental, las personas a las que se les ha diagnosticado una enfermedad crónica y las mujeres presentaron mayores niveles de soledad. Al reconocer estos grupos más susceptibles, los autores esperan que en futuras pandemias o crisis de salud pública, el gobierno pueda prestar más atención a estos grupos y ofrecer intervenciones más centradas para ayudar a frenar la soledad.