El ejercicio social de la democracia involucra más que elecciones. Significa que con lo que la población esté de acuerdo o no será parte de las prioridades del gobierno en todo momento y en diferentes escenarios. Ciertos aspectos están perfectamente burocratizados, pero otros, como las licencias sociales, involucran posturas colectivas implícitas que pueden hacer o destruir diferentes tipos de prácticas, por ejemplo, la del compartimiento de bases de datos. Este artículo se enfoca en cómo “los públicos” quieren sentirse entera y frecuentemente educados sobre lo que se hace con la información que de manera tácita o explícita accedieron a compartir. El poder de la aldea global que ahora disfrutamos puede ayudar a crear estrategias para minimizar la transmisión de COVID-19 mucho más de lo que hubiera sido posible de haber ocurrido en cualquier otro momento de la historia, y también le brinda la oportunidad a las personas de expresar su opinión si es que sienten que algo del proceso o los resultados no cuadra. Por lo tanto, como los autores recomiendan, la opinión de “los públicos” en general sobre cualquier tipo de asociación o política no debe ser ignorada, ya que si el lazo de confianza se rompe, también la voluntad de seguir compartiendo su información.